Bitácora de Guillermo Imsteyf

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Produje una vez un programa de radio en línea llamado [Segismundo dixit.]
Este fragmento le pertenece.



El texto: "Existe una palabra" [Segismundo dixit.]
La canción: "Canary" [Liz Phair dixit.] © Matador Records.
La imagen: "Dark water" [Russel Warner dixit.]



* Si el reproductor de audio no aparece correctamente, visitar la publicación original o reportar un problema.

Lengua larga



“Hablar" y "decir" no son lo mismo.

Por ejemplo, las expresiones “Te hablé durante toda la noche y no te dije nada" o, desde otra perspectiva, “Me dijiste algo que no entendí”, permiten inferir que el hecho de decir aparece cuando el hablante conceptúa. Esa definición clara desde el diccionario y que no hace partícipe a la capacidad del receptor para decodificar el mensaje, no se traslada con la misma claridad a la práctica. La fórmula: “A dice, independientemente de que B aprehenda" sólo puede considerarse un acuerdo transitorio.

Otro tema, distinto, es el uso del lenguaje. Muy a menudo se hacen ejemplificaciones sobre expresiones corrientes supuestamente mal utilizadas para referirse a tales o cuales cosas o eventos. Por ejemplo, para averiguar un precio debería decirse: "¿Cuánto cuesta?" y no "¿Cuánto sale?'. Pero sucede que si utilizo la segunda alternativa y el vendedor responde con el precio de la cosa correspondiente, la comunicación ha resultado efectiva. ¿Sobre qué fronteras hemos de andar para afirmar que si se ha logrado transmitir la intención y obtenido una respuesta acorde la herramienta lingüística ha sido mal utilizada?


el lenguaje constituye un acuerdo intersubjetivo donde todo podría ser llamado de cualquier otra manera.



El lenguaje es una estructura dogmática y como tal posee reglas de cohesión y funcionamiento, pero no por ello debe perder su esencia heurística, aquella que lo convierte en sistema en permanente construcción y que le imprime maleabilidad en función de las necesidades dinámicas del hombre. No olvidemos que el lenguaje constituye un acuerdo intersubjetiva donde todo podría ser llamado de cualquier otra manera.

Toda esta cuestión es mucho más compleja y con profundas imbricaciones en numerosos aspectos, fundamentalmente socioculturales donde, por ejemplo, posee gran implicancia el déficit en el caudal léxico o la débil inclinación a la lectura. Sin perjuicio de ellos sostengo la necesidad de educar en el lenguaje, esto es, orientar su modo de utilización pero sobre todo estimular el ejercicio lúdico (que siempre es crítico) sobre la principal materia prima de la cultura, a la vez que defiendo la autonomía de mujeres y hombres respecto de las herramientas comunicativas. /// ❡

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Ilustración: Ángel Fernández (Ández)
* Este artículo fue publicado en Revista Rumbos.

Le veo la frontera a los días, la arista, la comisura.
El cristal, el tamiz veo a los días. Una ventana hacia no sé dónde, quizá hacia utopía.
Por primera vez me siento dentro del día y esta plenitud llega con la certeza de lo efímero.
No veo dónde, pero presiento que acaban, como un verano.
Saber del final me calma y atemoriza. Sé que nada es más importante que encontrar tu mano en la noche.-

1.

Yo escribiré
mientras lleguen las flores
antes y después.

Como un mazazo llega el final del libro.
La vieja se muere, luego mata al pequeño.
Con el filo de una cuchilla, hacia las entrañas del sueño, llega el final del libro.-

Los aparatos

10 maravillas nacidas a la vez del desencanto y de la fe.


El pasillo que deposita al visitante en el cuarto donde Los Aparatos esperan, anticipa entre paredes agrietadas, proyecciones de colores y otras luces vibrantes, que algo todavía más estimulante está por aparecerse. Al llegar uno se encuentra dentro de lo que parece ser un taller de inventor en minuciosa disposición y orden. Los aparatos son 10, aunque al principio dan la sensación de ser sólo uno, grande y conexo:

"Extractor de las angustias de cuando se va el sol"
"Humidificador en aceite de amistades oxidadas"
"Resignificador de años perdidos"
"Transcodificador de estados de ánimo no definidos"
"Extractor de pensamientos enquistados"
"Triturador de sentimientos de culpa"
"Envoltorio, cubre cuerpo para Tiempos Difíciles"
"Desomblificador / omblificador"
"Desintelectualizador"
"Acelerador de tramitaciones psíquicas"

La sala parecía el atelier de un loco adelantado a su época.


Adrede fui varios días después de la apertura de la muestra, para encontrar en la piel de esas máquinas fabulosas no sólo la huella de sus inventores sino también las de los primeros usuarios. En efecto, el día de mi visita los aparatos exhibían el ajetreo de prototipos que, aunque largamente soñados, fueron lanzados al público como una concesión anticipada, y la sala parecía el atelier de un loco adelantado a su época, al estilo de un Tesla de la era de la TV.

Los aparatos tienen la facultad de empatizar con nuestra angustia ante tanta incertidumbre; poseen la potencia conceptual de algo en lo que todos hemos pensado alguna vez, constituyen en definitiva, una interpretación de un deseo íntimo a la vez que colectivo. La sensación que allí se vive es la de haber sido, también, un poco inventor de al menos alguna de esas máquinas que concretan con ironía y textura policrónica lo que cualquiera podría necesitar en su vida mundana.

Cada aparato va acompañado por un texto descriptivo, producido por colaboradores de los ideólogos de la instalación, y por diagramas e instrucciones de uso. Siguiendo el juego con la seriedad que merecen, operé aquellos aparatos que coincidían con alguna pérdida, insatisfacción o incógnita propia. Así, me calcé el casco y pedaleé para gestionar una solicitud en el "Acelerador de tramitaciones psíquicas", apreté las clavijas indicadas para descifrar mi humor en el "Transcodificador de estados de ánimo no definidos" y pasé largo rato reiterando llamadas en el “Desintelectualizador”. Me tomé el tiempo de apartarme hacia un rincón y observar a otros visitantes en su interacción a veces torpe e inquieta, siempre entusiasta y esperanzada, con esas máquinas hechas de madera, cinta y luces led, expectantes en que tras la sesión saliesen más livianas y resueltas, mejores personas. Finalmente, esperé que todo el mundo abandonara el cuarto para volver a contemplar en soledad bajo las luces naranjas esas 10 maravillas nacidas a la vez del desencanto y de la fe.

Cada uno de esos aparatos vive dentro de nosotros, pero gracias a la transpiración de un par de alquimistas urbanos, por unos días se concretan al alcance de nuestros ojos y manos. /// ❡

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Los Aparatos
Instalación de Federico Joselevich Puiggrós y Julia Vallejo Puszkin.
Foto: www.losaparatos.ludic.cc
Del 3/11 al 3/12
Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA), Balcarce 1150


* Esta reseña fue publicada en Ramona.

Wallpaper de July Lane

Hasta ahora nunca me han preguntado qué es un fractal, pero por si acaso intentaré explicarlo.

En principio, se trata de algo siempre tan precioso aunque nunca tan grave como el universo que le da abrigo. Cualidad del fractal es la repetición, tanto de aquello que lo hermosea como de sus accidentes. A su cuerpo lo conforman minúsculos arrepentimientos que se empecinan hacia el infinito.

El fractal nace de la captura del parpadeo, del éxtasis del instante. Su vida entera le puede ser arrebatada en un segundo de distracción por un tercero que lo perpetúe. Rara vez dice nada por sí mismo, apenas si persiste lo que el polen tras el aleteo de la mariposa. Su historia sólo encuentra valor en la consagración de sus reflejos.

Visto de abajo, parece que crece; contemplado hacia la lejanía, parece que se detiene. La evolución del fractal es algo que está en discusión. De una cosa sí depende el fractal, como del ámbar la luminaria: las Matemáticas. Sin ellas, su remolino queda librado al capricho de un cálculo impar.

Cuerpo luminoso que se percibe mejor en la oscuridad, aunque es dable esperar que prefiera la penumbra. Contemporáneo de la simetría, amante indeciso del caos y feroz enemigo del tiempo, frente a quien se rebela. La pertinaz observación al epicentro de su espiral acaba por saber a litio y oler a canela.

Al principio, puede cometerse el error de relacionar al fractal con el asombro del bebé; sin embargo nada más lejos de la razón que un fractal. Un fractal reflexiona, por cuanto su terco reflejo le viste y penetra.

Al adjudicarse la derrota del transcurrir, no puede hablarse de la muerte de un fractal.

Se sugiere su búsqueda en los prismas, en las diagonales, en el vértice roto de una gota y en la corona de los reyezuelos.-
1.

Insomne, voraz,
la vanidosa hora
candil devora;

anda en sombra,
custodia el regreso
a la vigilia.

La luz revela
el surco de estaño
del hierofante.
Produje una vez un programa de radio en línea llamado [Segismundo dixit.] Este fragmento le pertenece.



El texto: "Equilibrio sobre el cordón de la vereda" [Segismundo dixit.]
La canción: "Human spirit" [Dolores O'Riordan dixit.] © Sanctuary Records.
La imagen: "El circo" (fragmento) [Georges Seurat dixit.]



* Si el reproductor de audio no aparece correctamente, visitar la publicación original o reportar un problema.

La pluma furiosa

Para muchos, Rageous Feather fue la primera banda fusión de la historia y Alex D’Onofrio el primer poeta en llevar el surrealismo a la composición musical.


Foto: “Old pick” de cluster one

EL DÍA ANTES DE MORIR, Alex D’Onofrio escribió en el puente de su guitarra, rascando el barniz con su púa de níquel: “Ahora está tan claro”. Habían transcurrido veintidós horas desde su último recital, en el Ward River Park de Dublin.

Para muchos, Rageous Feather fue la primera banda fusión de la historia y Alex el primer poeta en llevar el surrealismo a la composición musical. Los pocos afortunados en escuchar algunas de sus piezas de colección, aseguraban que el crujir de la guitarra de D’Onofrio, junto a la helada voz de Valerie, constituían un verdadero happening, una experiencia equiparable al desamparo que sobreviene tras una súbita pérdida de conciencia.

El atardecer nos espera.

La vida artística del quinteto de Connaught puede considerarse breve desde una doble perspectiva. Jacob “StonedAxe” conocía a Val de la calle, la había oído canturrear mientras vendía hierba y juguetes en la Tercera y Brighton Ave., la esquina de la bohemia. Por entonces, Val era una morocha de cabello rubio y pajoso. Tenía ojos azules para casi todo el mundo, salvo para Jacob, quien halló revancha y expresó su parecer en “Violent Violet Sunset”, la canción que se convirtió en manifiesto de la banda (en una entrevista clandestina en un café de Witches, StonedAxe respondió, ante la consulta por la próxima presentación del grupo: “Against all nature law, sunset is hoping us”, refiriéndose a que las dudas de la banda no arrastraban la disposición de Valerie).

D’Onofrio sumó las cuerdas una vez que rasgaba su Telecaster en mitad de un conciliábulo caótico. Al oírlo, Jacob sugirió a Val escurrirse entre la pequeña multitud e improvisar algunas sílabas nórdicas de la misma especie que aquellas que pregonaba al vender juguetes. StonedAxe contempló el resultado pleno de congoja: ambos instrumentos armonizaban con grácil asimetría. Meses después, cuando la banda logró menguar egos, sumaron violonchelo y bajo, Austin y Taurus, respectivamente.

Rageous Feather no dejó registro de canción alguna sobre ningún soporte.

D’Onofrio y StonedAxe componían de modo muy distinto. Mientras el pianista lo hacía inyectándose café y whisky en tugurios (su preferido, Be Dedalus, atesora en una de sus paredes un verso suyo inédito e ininteligible), el guitarrista, en cambio, construía versos sumando aquellas palabras que ondeaban su mente apenas despertaba y que pretendían traducir alguna imagen aparecida en sueños o en éxtasis de cócteles. Podía tardar meses en escribir una sola línea. Descartaba las sensaciones convertidas en ideas, corrompidas por la realidad, la cultura y la razón. Luego Sunset traducía aquellos vagos trazos en jinetes para su voz. Ensayaba ante la contemplación de todos y cuando la obra parecía cobrar algo de muerte, el primer instrumento rompía la atmósfera.

Rageous Feather no dejó registro de canción alguna sobre ningún soporte. Jamás concedió entrevistas, con excepción de aquella en Witches. Los nombres que asumieron eran y son falsos. Los hondos poemas de Alex y los quirúrgicos versos de Jacob no tuvieron nunca transcripción alguna sobre papel, piedra o arena. Sólo era necesario que Val los memorizara.

Menos de un año después de su formación, la banda que fusionó gótico, nórdico y lirismo sinfónico, habría de desaparecer.

Tocaban para ellos como jamás hubiesen podido tocar para otros.

Habían tocado por primera y última vez en el auditorio de la capital. Les habían invitado a girar por el mundo pero jamás cruzaron las fronteras de su isla. Tocaban para ellos como jamás hubiesen podido tocar para otros. Y nunca permitieron que su música les diera de comer. Doce canciones compusieron. Ninguno de sus contemporáneos de Connaught dejó de oírlos, aunque pocos tuvieron la misma suerte fuera de la provincia. Sólo aquél puñado de afortunados que la tarde del 30 de septiembre acertaron a pasar (acertaron, pues el quinteto no anunciaba sus presentaciones) por el Ward River Park.

A una fuente desconocida se le ocurrió decir que Taurus no fue el último en morir, a pesar de todo, sino Jacob, mirando los amados ojos violetas de su yerto atardecer. Ya había caído Alex, sin oportunidad siquiera de abrazarse a su mariposa de madera, y antes lo había hecho Austin, que no tocó el suelo gracias a que su chelo hizo de sarmiento. El primer cuerpo en recibir el proyectil fue, como no podía ser de otra manera, el de la hermosa peaceful Sunset.

El día anterior, poco después del concierto, Jacob había manifestado un repentino malestar traducido en una decena de palabras: “Amo la música, mas no esto que insiste en traerme”. Val asintió: había cantado dos veces una misma canción.

Se dice que cuando Alex cayó al piso, producto de la bala que correspondía a su cabeza, tuvo oportunidad de ver al propio Taurus volándose la suya. Nadie contaría la historia de estos cinco de Connaught. No tenían familia y estaban a tiempo de evitar hacerse de fans y groupies que los hubiesen perpetuado en tatuajes y camisetas. Algún trasnochado que no entendió nada abrió la boca para que el mundo se enterara de Rageous Feather gracias a anécdotas vacías sobre su formación y su carrera. Sabían que el tiempo los colocaría tanto más adentro de la historia como afuera de ellos mismos. Un nuevo día acercaría a Rageous Feather a la memoria y a la razón, y simultáneamente los patearía lejos del sueño y la irrealidad. Estaban a un paso de convertirse en un objeto de la cultura.

Alex vivió preguntándose cómo podría alguien evitarlo. Tal vez lo supuso cuando escribió la leyenda sobre el lomo de su guitarra la noche anterior.

Luego Taurus tomó la palabra. /// ❡
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* There is fiction in the space between you and reality.
["Telling stories", Tracy Chapman.]

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