Los aparatos
10 maravillas nacidas a la vez del desencanto y de la fe.
El pasillo que deposita al visitante en el cuarto donde Los Aparatos esperan, anticipa entre paredes agrietadas, proyecciones de colores y otras luces vibrantes, que algo todavía más estimulante está por aparecerse. Al llegar uno se encuentra dentro de lo que parece ser un taller de inventor en minuciosa disposición y orden. Los aparatos son 10, aunque al principio dan la sensación de ser sólo uno, grande y conexo:
"Extractor de las angustias de cuando se va el sol"
"Humidificador en aceite de amistades oxidadas"
"Resignificador de años perdidos"
"Transcodificador de estados de ánimo no definidos"
"Extractor de pensamientos enquistados"
"Triturador de sentimientos de culpa"
"Envoltorio, cubre cuerpo para Tiempos Difíciles"
"Desomblificador / omblificador"
"Desintelectualizador"
"Acelerador de tramitaciones psíquicas"
La sala parecía el atelier de un loco adelantado a su época.
Adrede fui varios días después de la apertura de la muestra, para encontrar en la piel de esas máquinas fabulosas no sólo la huella de sus inventores sino también las de los primeros usuarios. En efecto, el día de mi visita los aparatos exhibían el ajetreo de prototipos que, aunque largamente soñados, fueron lanzados al público como una concesión anticipada, y la sala parecía el atelier de un loco adelantado a su época, al estilo de un Tesla de la era de la TV.
Los aparatos tienen la facultad de empatizar con nuestra angustia ante tanta incertidumbre; poseen la potencia conceptual de algo en lo que todos hemos pensado alguna vez, constituyen en definitiva, una interpretación de un deseo íntimo a la vez que colectivo. La sensación que allí se vive es la de haber sido, también, un poco inventor de al menos alguna de esas máquinas que concretan con ironía y textura policrónica lo que cualquiera podría necesitar en su vida mundana.
Cada aparato va acompañado por un texto descriptivo, producido por colaboradores de los ideólogos de la instalación, y por diagramas e instrucciones de uso. Siguiendo el juego con la seriedad que merecen, operé aquellos aparatos que coincidían con alguna pérdida, insatisfacción o incógnita propia. Así, me calcé el casco y pedaleé para gestionar una solicitud en el "Acelerador de tramitaciones psíquicas", apreté las clavijas indicadas para descifrar mi humor en el "Transcodificador de estados de ánimo no definidos" y pasé largo rato reiterando llamadas en el “Desintelectualizador”. Me tomé el tiempo de apartarme hacia un rincón y observar a otros visitantes en su interacción a veces torpe e inquieta, siempre entusiasta y esperanzada, con esas máquinas hechas de madera, cinta y luces led, expectantes en que tras la sesión saliesen más livianas y resueltas, mejores personas. Finalmente, esperé que todo el mundo abandonara el cuarto para volver a contemplar en soledad bajo las luces naranjas esas 10 maravillas nacidas a la vez del desencanto y de la fe.
Cada uno de esos aparatos vive dentro de nosotros, pero gracias a la transpiración de un par de alquimistas urbanos, por unos días se concretan al alcance de nuestros ojos y manos. /// ❡
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Los Aparatos
Instalación de Federico Joselevich Puiggrós y Julia Vallejo Puszkin.
Foto: www.losaparatos.ludic.cc
Del 3/11 al 3/12
Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA), Balcarce 1150